10 de enero de 2017

El conocimiento no es para todos

En la anterior entrada, hablé sobre cómo el conocimiento es para todos. Toca ahora explicar sobre cómo el conocimiento no es para todos. Irónico, ¿no? Pero es muy cierto que: «La ironía hace más profundo al hombre, lo obliga a crecer».

Los monos, la luciérnaga y el ave.
  Una manada de monos estaba en un monte, y una noche vieron una luciérnaga y pensaron que era fuego. Juntaron mucha leña y comenzaron a soplar con sus bocas y a aventar con sus manos, para hacer una hoguera, cerca de un árbol en el que se había posado un ave. Entonces el ave les dijo:
  - No os esforcéis tanto, que eso no es lo que pensáis.
  El ave continuó insistiendo en su consejo, y hasta bajó del árbol para hablarles más cerca, pero los monos no le hacían caso. Y pasó por allí un hombre, que le dijo al ave:
  - No te metas a arreglar lo que no se arregla, ni a avivar lo que no se aviva, ni a aconsejar a quien no se deja; porque quien intenta cortar una piedra con la espada, o doblar una columna, termina arrepintiéndose.
  Pero el ave no hizo caso al hombre, y se acercó aun más a los monos para hacerles desistir de sus esfuerzos; los monos siguieron sin hacerle caso, y por fin uno de ellos agarro al ave y la mató.

¿Por qué pongo este ejemplo? Porque hay personas que son como estos monos: por más que uno trate de enseñarles, viven en su terquedad, y no hay que aconsejar ni enseñar a quien no se deja, «porque quien intenta cortar una piedra con la espada termina arrepintiéndose». Como le sucedió al ave.
En otro contexto. La música clásica es un gusto, es un arte, y podríamos decir también que es un conocimiento. Supongamos que salgo al mundo a predicar sobre los “evangelios de la música clásica”. Como el conocimiento es para todos, me encargo de que llegue a cada ser. Pero me encuentro con la sorpresa de que mi música no es aceptada por todos a pesar de que insisto en su belleza. No es del agrado de muchos, algunos “profanan” y defienden sus propios géneros musicales, ¿pero por qué? Porque cada cabeza corresponde a una realidad diferente. Compartimos el mismo espacio pero percibimos cosas diferentes. Es natural que cada quien escoja el tipo de conocimiento que mejor le funcione.
Entones, puedo afirmar que el conocimiento no es para todos. Pero no en un sentido discriminatorio, sino en el hecho de que cada cabeza recibe lo que quiere recibir; algunas cabezas se cierran al conocimiento y he ahí que se excluyen por sí solas.
¿El conocimiento es para todos?
- Sí y no.
Seillero de letras, Sema Hernández, Alejandro jodorowsky, Leandro Taub, David Testal, Joan Cutrina, Calila y Dimna, José María Merino, Tarot

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