8 de enero de 2017

Sobre el saber

¿Compartir lo que se sabe? ¿Qué sí, y qué no? ¿El conocimiento es para todos?
El conocimiento es una creencia que se justifica como verdad y hemos crecido con la ilusión de que acaparar el conocimiento nos da más poder. Al adquirir un nuevo conocimiento nos sentimos especiales y el hecho de que otro lo sepa “nos quita” esa virtud. Es un juego del ego en el que compartir lo que se sabe se considera como una pérdida y a la vez también un riesgo.
Al Exponer lo que se sabe surge la incertidumbre de en qué manos caerá ese conocimiento, ¿y si se usa negativamente? El sujeto es quien le da poder al saber. Podemos escuchar, ver o leer lo mismo pero cada uno generará una experiencia acorde con las necesidades de su realidad.
No tenemos el control de todo; compartir lo que se sabe es una apuesta: por más que cuidemos y planeemos nuestros pasos siempre debemos de tener fe en la suerte. Sembrar consciencia es un arriesgue, tratarán de sabotear nuestros intentos y es un camino de trabajo arduo. Bien lo dicen las enseñanzas de don Juan que «un hombre va al saber como a la guerra: bien despierto, con miedo, con respeto y con absoluta confianza».
Jesús, en la historia bíblica, enseñó el poder de la fe. Como consecuencia, la religión enseguida se “apoderó” de este conocimiento e hizo un nuevo sistema de control. Pero, ¿cómo hubiera sido el curso de la historia sin la transmisión de este conocimiento? Estas escrituras también han alumbrado a muchos, están llenas de luz, de consciencia y de poder. No podían permanecer ocultas.
Así como de los libros de Castaneda han surgido fanáticos que se hacen llamar chamanes o brujos, también han sido una vía para muchos otros que están en busca de un camino consciente y para volver a creer en la magia del cosmos.
No podemos detenernos por lo que no está bajo nuestro control. La luz siempre está acompañada de la sombra.
Enseñar es una responsabilidad y también una profunda necesidad. Compartir es actuar mediante una participación recíproca; al regar te estás nutriendo. El saber se fortalece cunado se alimenta de otras opiniones que lo complementan. Nadie tiene la razón absoluta, si tienes algo que decir dilo al mundo, si no puedes por lo menos dítelo a ti mismo. Si tienes oportunidad de mejorar el mundo entonces no te quedes de manos cruzadas lleno de conocimientos inmóviles sólo viviendo en la teoría. Lo que sabes se multiplica al darlo y al darlo se convierte en un conocimiento evolutivo. El conocimiento vive mientras se encuentre en movimiento.
¿Por qué limitar la expansión de consciencia? ¿De qué sirve tener la luz y mantenerla oculta? El conocimiento es para todos, y eso no significa que todos puedan convertirse en hombres de conocimiento. Cada quien lo traducirá a su propio nivel de consciencia. Si lo que se sabe es de utilidad perdura por generaciones, pero lo que no se comparte se mantiene dormido, se estanca y al impedir su evolución desaparece.
El verdadero conocimiento no concede mérito a quien lo ha mostrado: «Lo que doy no debe ser pensado mío». Si un conocimiento me ha alumbrado, es posible que alguien más también pueda necesitarlo. No trates de adueñarte de la “verdad”, es tan libre e incontenible que al intentar retenerla sólo lograrás limitarte a ti mismo. Da cuanto recibas, porque acumular es una carga. Suelta lo que crees saber; al dejar ir estás dejándote encontrar.
Seillero de letras, Sema Hernández, Alejandro jodorowsky, Leandro Taub, David Testal, Joan Cutrina, Las enseñanzas de don Juan, Carlos Castaneda, Cabaret Místico, Tarot

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